sábado, 10 de abril de 2010

comentario de texto: el periodista y el poeta

Lo primero que advierte el periodista al entrar en la casa del poeta es la ropa, la del poeta y la suya propia, suponemos, que no nos acaba de quedar claro quién lleva qué y por qué eso es interesante. Por lo demás, nos introduce en un ambiente no demasiado impredecible: las ideas saltan como liebres en un salón lleno de gente que bebe vino, pero son ideas a las que el autor permanece impermeable todavía; es difícil reconocer la inteligencia ajena cuando a uno se le ocurren cosas como que los sillones son de crin azul.

Y tendremos que esperar unas cuantas líneas más (al periodista le pagan por palabra) hasta llegar a una descripción del poeta, que al parecer es un tipo con la elegancia de quien tiene el don de la empatía. O sea, amigo de sus amigos, como quien dice. Pero no acaba aquí; para explicar tan complejo concepto, contraataca: Tomó forma entonces una brasa de amistad que va aumentando hoy su incendio y es, sí, lo es, hoguera de complicidad. (¿Es que alguien lo ponía en duda? Tanto énfasis resulta un poco sospechoso).

En los párrafos siguientes, el periodista nos da pruebas de poseer un desmedido desprecio por la semántica y una igualmente desmedida devoción por la pedantería, como en esta frase: Lleva adosada a su bonhomía de hombre con traje, o en esta otra: donde volcó su voz febril en textos donde el cortocircuito de la metáfora imponía su régimen de misterios. (Nótese que al periodista le gustan más las palabras esdrújulas o tetrasílabas, por ese orden).

Y llegamos al meollo del asunto: resulta que uno de los logros en la vida del poeta ha sido, precisamente, conocer al periodista: He hablado con él de todo el 50, de los novísimos, de los poetas de los 80, de Emily Dickinson y de Eliot, y hasta de Dalí (ese pintor tan viejo desde muy joven)... Aquí, además, hay otro dato interesante, y es que el periodista no se puede aguantar las ganas de colar una frase entre paréntesis, a todas luces ya escrita en otro artículo, como un eyaculador precoz de las definiciones.

No sé si animarles a seguir leyendo, porque el desenlace es muy previsible: continúa hablando poco del poeta y mucho de sí mismo. Y, justo antes del final, aprovecha para mirarle desde arriba: Si un poema no encierra misterio se queda en notificación de juzgado (...) el poeta lo sabe (y si no lo sabe se lo digo ahora).

Intuimos que al periodista le gustaría estar en el otro lado, en el lado del poeta, de quien merece una reseña de 5000 caracteres. Busca, con prosa de periodista que habla con poetas, que al leerle se arranque un espontáneo y la escriba.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida miss Psoriasis,
¿a qué viene reseñar un texto de hace tres años? (que conste que me parece bien, pero me gustaría conocer la justificación).

Por cierto que uno llega a pensar que antonio lucas es un pseudónimo de leo zelada, escribe igual de mal y rimbompedante las entrevistas. Es la Escuela de Dragó.

Miss Psoriasis dijo...

por quitar caspa y matar poetas
(espoleada tras las lectura de la poesía actual guía de ataque, dos post más abajo)

la elección del texto ha sido fruto de un proceso de selección al azar

Anónimo dijo...

gracias.

(el anónimo de antes)

Anónimo dijo...

gracias, miss.