sábado, 29 de mayo de 2010

EL POETA de Lavapiés NO EXISTE




Abordemos geografías.

El poeta de Lavapiés no existe. Es un vehículo de transmisión, un túnel de viento, o en su defecto, un proxeneta de la post cultura. Su desmedido amor propio, sus tóxicas interpretaciones del medio, sus ensoñaciones pueriles, sus postales de viaje, son alto voltaje. Un claro riesgo para la vida.

Adultera la realidad porque el juego así lo exige y devuelve sombras de aquello que él mismo desconoce.

La imaginación es un arma descargada. Se llevó al extremo y ha quedado dañada en su múltiple reiteración de lo desértico. El poeta que debe su poesía a la imaginación, es decir, a la meteorología del azar, a la lluvia de diamantes, ha cavado su propia tumba. No conoce el lecho de los tiempos y así lo atestigua.

Aquí,la poesía ya no existe. Es tan solo el delirio individual de un boxeador sonado, lo que queda. La guerra se centra en otro territorio. La acción no es la manipulación de la ética histórica. Es la interrupción de la irrealidad. Las cartas se deben jugar boca arriba.

Como dice el gran Colli, el amor a la sabiduría de Platón es el amor a un reino perdido. El anhelo de regresar al lugar de los verdaderos sabios. Sólo un hombre arrojadizo puede alcanzar el estado de sospecha.

El rehén de la palabra, el caballero encarcelado, asume sus crímenes… debe condenar firmemente la poesía. No es momento de exaltar la belleza de los grises. La apuesta es otra.

El otro poeta, es el hombre que reniega de la modernidad. El explorador de ruinas. La acción es la intencionalidad del acto, pero eso no justifica el expolio de la palabra divina. El mundo como voluntad y deseo es la cartografía de conceptos vacíos a la que debemos escapar. El poeta ya no viene a desorganizar papeles, ni a quemar certificados de defunción, se encuentra cómodo en su isla. Exiliado de toda grandeza, se exime de responsabilidades. Acude maquillado a los grandes banquetes y ejecuta el falso asombro ante la sangre vertida por sus versos. Sangra la humanidad, pero él no se reconoce. Es un hombre ajeno a su pólvora, a las causas. No le valen sus propias imágenes para retratarse como el prófugo que es. Se acomoda en la esquina del bar y pide otro licor entre aspavientos. Pobre poeta, la gloria no le reconoce. Un ser deleznable acondicionado al gran teatro. Ni calor ni miedo. Un hombre radiactivo que viene a narrar como le golpea el mono de la heroicidad y confirma con palabras vacuas su falsa intencionalidad. ¡No!

El filósofo llega herido de muerte, pero no lo va a consentir. Reclama espacio para el duelo y no le importa morir. Ya no podemos creer en aquello que fabulan nuestros sentidos. La híper realidad reclama su turno, pero el poeta esquirol bendice la noche con aires afrancesados. Habrá que decapitarlo por dos razones: Es un heredero ciego del saber y no piensa arriesgar su leyenda.

El poeta es peor que cualquier otra clase de hombre, puesto que exige su ingreso en el Olimpo, pero no va a luchar por sus semejantes. No quiere conocer. Sólo aspira a mirar cuando su reputación esta en jaque. Se instala en lo alto del mirador y exige a la naturaleza que le reconozca como su amo. Pero aquél que no se hace grandes preguntas no puede hablar de la libélula. Es una ofensa grave.

Ese poeta excéntrico no quiere reconocer que sus versos extraen petróleo en alud y manchan el alma del campesino. Es inaceptable como ese mar de latitudes indescifrables erosiona el simple caminar del hombre huérfano de luz. Del hombre que reconoce su avería, que clama piedad, y asume que la brújula de la historia yace en el fondo del océano. El poeta le arrastra con falsos cantos e ilusiones pasajeras y lo vuelve mezquino.

El filósofo ha reconocido la tiranía de lo impostado, y como máscara de mascaras, aún tiene un compromiso con la verdad. No es momento para el cuento, ni para la novela erótica. El ensayo y el teatro deben clavar las picas de la inmortalidad. Debemos arrasar con lo finito y la falsa exaltación del talento. Lo divino es la muerte bien llevada.

Si la dignidad aún siguiese viva, le diría al poeta: “tú no me conoces”. Nos separan miles de galaxias. El poeta se enfrentaría de esa manera al horror que lleva esquivando siglos. Él, la propia encarnación de la enfermedad, pediría la extremaunción ante su espejo.

El filósofo viene a destruir desde la acción más noble su propio yo. Nada queda de la comunidad. Nada queda, que le pertenezca. De ahí su rabia y su grandeza. Hasta el más herrumbroso de los filósofos, mendiga la luz.

¿Qué hay del ciego poeta, hombre de altos vuelos, que teme dormir en las aceras?

martes, 11 de mayo de 2010

Eyjafjallajökull: reseña de arte

De momento sigue pasando desapercibido el comunicado a través del cual el colectivo islandés Ökull se ha atribuido ante el pasmo general el turbio asunto del volcán y su nube de humo. Es posible que la intervención depare aún una sorpresa si, como parece, pretende silenciarse el asunto o desacreditar la autoría del grupo artístico.

Es, que sepamos, el mayor logro de intoxicación informativa (que se haya hecho público) de la historia y han bastado dos años de preparación en los que el grupo, compuesto por trece científicos y artistas, ha trabajado en la manera de intervenir mediáticamente a escala global en la realidad financiera, política y personal de un número ingente de personas.

Durante ese tiempo generaron todos los
vídeos e informes que ahora van desgranando los informativos (las imágenes del volcán son manipulaciones de la anterior erupción) y afirman tener material para probar y mostrar la evolución de la supuesta nube volcánica durante tres meses más. El comunicado, que fue enviado anoche a las redacciones de cinco revistas digitales de arte y los diarios islandeses, viene acompañado de un dossier completo con la argumentación teórica y el desarrollo de la obra.

Sin embargo, el éxito es tal que a pesar de la atribución (que vuela por la red), la noticia es todavía la del cierre de aeropuertos y el crecimiento de la nube. Se espera una respuesta inmediata de las compañías aéreas para exigir la apertura total de las rutas de vuelo.

Pero por el momento continúa el silencio informativo, incluso a pesar de que Andra Omarbetade Upplagan, portavoz del colectivo, ya había expresado en su obra
Lifvet Pa Island, Under Sagotiden (La vida de la isla bajo una verdad nueva) la necesidad de inculcar en toda población civil una desconfianza radical hacia la comunicación de masas.

Sería demasiado ambicioso el tratar de condensar aquí las teorías de Omarbetade, baste decir que continúa la línea deconstruccionista de Derrida y replantea la necesidad cognitiva de la oralidad y los niveles intolerables de ruido que se producen en los mensajes cuando no son transmitidos desde una experiencia única y personal. Quizá ayude a ilustrar esta idea su poema "
Ordalisti".

Entre los objetivos secundarios de esta acción el colectivo enumera “la exposición del falsario bucle informativo mediante el cual los ciudadanos resultan sometidos a los intereses financieros así como del carácter virtual de la realidad en la que vivimos”.

Las respuestas se han sucedido velozmente y hay quien ya afirma que la acción del colectivo Ökull está fuera de tono ya que el momento de intervenir grandes espacios quedó atrás hace cinco o diez años. Algunos incluso se atreven a sugerir que el contexto de crisis financiera global no era el más adecuado para una maniobra como ésta (ha llegado a calificarse de acción terrorista, parece ser que el colectivo alberga un grupúsculo violento).

La acción tampoco ha entusiasmado a algunos ecologistas que han acusado a Ökull de servir en realidad a intereses políticos y de estar interponiendo una “pantalla de humo” [sic] para distraer de los problemas reales. La misma Greenpeace ha emitido un comunicado condenando la acción por “generar falsa alarma y banalizar los problemas ecológicos de la globalización”.

No puedo estar más en contra de quienes no advierten en esta macroinstalación la ocupación significativa de un espacio difuso, transnacional e ilimitado, cuya naturaleza virtual, no física, sino ocupación imaginaria y colectiva ha repercutido profundamente en la economía y la política, además de en miles de personas individualmente. Es tan grande lo que ha hecho Ökull, tan ambicioso, que a partir de ahora sólo podremos llamar intervención artística a las obras que, como Eyjafjallajökull, modifiquen realmente la vida de muchos de sus involuntarios espectadores en un contexto mucho más amplio que el puramente emocional, por ejemplo, impidiéndoles viajar además de desasosegarles, angustiarles, y apenarles hasta la resignación; pero, como Eyjafjallajökull, también procurando una nueva admiración ante la fuerzas naturales y el desplazamiento de la posición humana de superioridad frente a las contingencias meteorológicas que pueden de un plumazo acabar con el aparentemente sólido progreso tecnológico.

Una cosa queda clara en lo que respecta a la estética y es la evidente potencia de la imaginación ya no para transformar, ni siquiera pervertir la realidad, sino para crearla.

Hemos de concluir, pues, que:

Todo sueño es real.

Por Tanto.

Cumplir un sueño es la voz pasiva de haberlo soñado.

Y Que.

Todo deseo es un acto poético.