viernes, 15 de enero de 2010

Guernica sí, Guernica no

¿Pintó Picasso este cuadro como sentido homenaje a un pueblo devastado por la Legión Cóndor,
o se embolsó 150000 francos por un compendio de símbolos personales?


¿Tiene alguna importancia real el hecho de que estuviera implicado en la realización del cuadrito?

¿Es más importante el cuadro, o sus alrededores?

¿Importa algo todo esto?

martes, 12 de enero de 2010

La poesía actual: siga buscando

En 1968 Samuel Gottfried afirmaba que “no existe hoy en los Estados Unidos un solo dramaturgo profesional que podamos tomar en serio”.

En 1976 “Las doce pruebas de Asterix”, dirigida por Uderzo y Goscinny, nos muestra en casi todas sus escenas sanas y relucientes señoritas que invitan con sus caídas de párpados y sus escotes dignos de Jesús Calleja a disfrutar, literalmente, de innumerables placeres carnales.

Hoy sería impensable encontrar una película de animación destinada al público infantil con semejantes muestras de tolerancia erótica, sin despertar las iras de doce o trece asociaciones escandalizadas.

Y sería igualmente imposible que alguno de los críticos bulímicos y gafapastas de cualquier medio cultural reconociera abiertamente algo que resulta más que evidente: no existe un solo poeta en España, que se acerque a los treinta o los treinta y cinco, que no despierte en sus intrépidos lectores instintos asesinos, piedad o simplemente la mayor de las indiferencias.

A pesar de la evidencia absoluta del hecho en cuestión, es más que probable que, al leer el textito precedente, más de uno se rasgue todo el textil interno. Y es que la crítica actual es capaz de ensalzar los versos más estúpidos, elevando a la categoría de clásico a cualquier berzas con el Quilis plagado de garabatos. Aunque tal vez sea exagerado pensar que algún poeta actual ha leído el Quilis. O pensar que ha leído. O, sencillamente, pensar.

La poesía, sin embargo, no ha muerto. ¡Ojalá! Esperamos ansiosos a que legalicen cuanto antes la eutanasia para elaborar todos los pliegos necesarios que permitan la desconexión del centenar de tubos y goteros que mantienen semivivo al vegetal lírico.

Fernández Mallo afirma en Postpoesía (librito tan equivocado o más que la mayoría, pero con menos peste a naftalina, al menos) que la poesía, a diferencia del resto de las artes, no ha ingresado aún en la era postmoderna. Y estamos de acuerdo: la poesía ha ingresado, eso sí, en la UCI de la experiencia, en la Unidad del Dolor del realismo sucio, en el nosocomio del silencio y en el quirófano, oh my god, de la prosa poética.

A todos les surgirá en el lóbulo frontal izquierdo la imagen de un poeta o una poeta (absténganse de poetisas, por favor) a los que salvar de la quema. Ya.

¿Carlos Pardo y su afeada forma de pensamiento?
¿Elena Medel o los grandes almacenes de la nada?
¿La plaga bukowskiana madrileña que sólo sabe esconder su mediocridad bajo un poco más de mediocridad?
¿José Luis Rey, magnate del bostezo?

¿Estáis de coña?

¿Dónde está el Ashbery de Murcia, la Szymborska de Torrejón de Ardoz, el poeta o la poeta que puedan compararse con sus homólogos berlineses o chilenos?

Como en las viejas bolsas de Matutano, seguiremos buscando, quién sabe si sobrados de masoquismo o guiados por una esperanza que deberíamos haber perdido hace ya tiempo. Acabaremos por perderla, espero, tras la vergüenza, la autocrítica, el criterio y la capacidad para el asombro, reliquias ya de algún tiempo mejor.

lunes, 11 de enero de 2010

Oh, soneto, deshaz los tercetos de tus trenzas




¿Qué es este manto blanco que cubre calles y prados? ¿Es Casiopea, que se ha soltado la portentosa melena?


En su nombre, caspa y poesía.


Dinos, Casiopea, ¿es preciso que la poesía vaya siempre en verso?


Y ella no contesta sí: ella mueve la cabeza de un lado a otro, no, no, no, agitando la portentosa melena.