domingo, 16 de diciembre de 2007

¡Cáspita!

Consideraciones previas:

¡cáspita! (del it. «càspita») interj. Expresión de asombro, *enfado o sorpresa casi en desuso o empleada con refinamiento irónico.

Asombro: porque la soledad se apodera de este blog.
Enfado o sorpresa: es lo mismo, implica un cambio de estado, en este caso la paradoja es que el cambio de estado se produce porque no cambia nada.
Casi en desuso: como este blog.
Empleada con refinamiento irónico: nunca pensé que estaría implicado alguna vez en algo relacionado con refinamiento. Pero así es.

POST: Tricotilomanía o La enfermedad de arrancarse el pelo

Me tienta reflexionar sobre lo interesante que es navegar en un barco fantasma, ser, aunque sólo fuera un instante -no más, por favor- Will Smith andando solo por N.Y. enfrentándose a todo tipo de bestias inverosímiles. Pero tampoco es tan interesante y, seamos sinceros, la peli de Will no promete nada.
¿Quién leerá estas palabras? ¿Quién leerá, hoy, estas palabras, publicadas en un blog que no tiene autoría, que no pone a parir a nadie y no habla del cambio climático -igual deberíamos hablar del cambio climático?
Todo círculo se cierra, tarde o temprano y puede que ya no toque hablar de lo que es poético y lo que no lo es. Puede que hayamos tropezado en algún momento, puede que ni siquiera nos diéramos cuenta. ¿Dónde está todo el mundo? Diría un personaje calvo con ciertos aires a Truman Capote mientras vaga por el salón, pisando restos de vasos y botellas de Moët. ¿Me hice viejo ya? ¿Estoy muerto?
Eso mismo me pregunta el pivón de Diesel, pero sé qué responder.

A) No estoy muerto, no lo estamos, nos sostenemos y podemos hacer algo.
B) Estoy muerto y realmente da lo mismo, porque la gente lo está también.

¿Y qué más da? ¿Qué importa nada? Puedes fliparte viendo Concursante e ir al día siguiente a cancelar tu cuenta en Caja Rural, sintiéndote algo vencedor y algo nervioso al mismo tiempo. Puedes criticar la navidad y presumir diciendo que tú escribes para acabar con todo eso, que participas en un blog que cambiará el rumbo de las cosas. Por poder, puedes hacer lo que quieras, prácticamente.
La cuestión es que tarde o temprano necesitarás una puta cuenta si quieres que los imbéciles para los que trabajas te ingresen esa mierda que llaman nómina, la navidad (o Navidad) vendrá, blanca y corteinglesca -en octubre- y acabarás acudiendo a una perfumería para buscarle algo a 'cariño-cosita-princesa-perosisabesquetequieromuamuamuá'. Es así. Ese blog también acabará por cansarte, o acabará cansándose de ti y pasarás a otra cosa. Pero antes de irte, igual, podrías decirle a alguien lo que piensas, si es que alguien quiere saberlo, decirle a alguien lo que piensas realmente sobre algo, en fin, ahí te lo dejo Trico, be brave and be breve. Ah! Y Feliz Navidad...

"Yo, Tricotilomanía, he nacido y moriré en este blog. Espacio que amo y donde me siento cómodo. No conozco otro espacio, es cierto, pero querría dejar eso claro antes de continuar.
Como hombre hecho a mí mismo, tengo varias cosas que decir al respecto. ¿Respecto a qué? No sé, al respecto, y punto:

1) El frío es malo, hay que evitarlo.
2) Que el frío sea malo no implica que debamos calentar el planeta. Debe hacer frío, pero lo justo.
3) Escribir poesía es, a todas luces, la cosa más absolutamente absurda, improbable, improductiva y, sobre todo, vana que uno puede hacer.
4) Es importante encontrar a alguien con quien charlar. Estar solo es terrible.
5) Los blogs no cambiarán el mundo, nada puede realmente cambiar el mundo. Yo no esperaba cambiar el mundo, aunque confieso que no esperaba tampoco que el mundo me cambiara.
6) Me entristece pensar que si pusiera a parir a tres o cuatro poetas este post recibiría un montón de comentarios de gente ''interesada en la poesía''.
7) Los comentarios no importan, pero demuestran que uno no habla solo.
8) Quien habla solo no espera hablarle a Dios algún día. Eso es una paparruchada -otra palabra en desuso-.
9) Hay que plantearse que mucha gente considera que estás haciendo el imbécil. Hay que reflexionar sobre la posibilidad de que tengan razón.
10) Toda actividad cultural, toda inquietud, todo poema, revista, editorial, película, blog, cuadro y ciclo de recitales constituye, después de todo, una forma como otra cualquiera de pasar el rato. De entretener la mente, de recibir algún tipo de cariño o comprensión.

Porque la cruda verdad es que afuera hace un frío acojonante. Siniestro.

martes, 4 de diciembre de 2007

DE CUELGUE. CON CASAS VIEJAS (Sevilla)


Sé que esto es un blog de pensamiento poético y –sobre todo- antipoético. Pero lo es también de acción sostenida. O eso se supone.

Por eso. Qué mejor sitio que éste, que el CASPA (tiene que haberlos, ahora que lo pienso), para estarme todo el rato del lado del CSOA Casas Viejas, de Sevilla. Hasta que los subieron, el pasado viernes, dos activistas del Centro Social resistieron bajo tierra; hasta que los bajen, dos activistas de Casas Viejas seguirán colgados a 120 metros de altura, en el puente del Centenario.

Valgan estas alturas y aquellas bajuras como actos verdaderos, como realidades molestas a los ojos y a las teclas de quienes, a la mañana siguiente, cada mañana siguiente, se esfuerzan en contarnos que las cosas son de la otra manera, que los de este lado huelen, que los hay con vínculos a ETA, que si cuatro tirados. Que qué coño aquello de que allí se hacía a diario cultura, talleres, recitales. Que si Poesía no eres tú.

Eso dicen los mismos que aplauden complacidos al saber que el Cervantes esta vez va al gran Gelman, y yo ya sí que no entiendo nada. Estoy de cuelgue. Casi a 120 metros de algunas mentiras. Como los de Casas Viejas.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Entrevista

Fragmento de la última entrevista que concedió Leopoldo Solaz al marido de su nieta Liliana Solaz, el 3 de marzo de 1998, cuatro años antes de su muerte.

Dejé a Juana y a su hermana. Miento, su hermana ya se había ido antes. Dejé los platos con manchas de ketchup, dejé que los libros se desparramasen, dejé que el agua corriera. Dejé lo que estaba haciendo y me hice a lo que había dejado. Y con el If de Ruyard Kipling en la guantera, dos metanfetaminas en el bolsillo de la lengua y cinco dedos en cada mano, apreté el volante como si quisiera doblarlo. Poesía de autopista lo llamaron. Salió en el Babelia, página 7.
Bajé a comprar un Sopistán y una hogaza pequeña. Pero sin querer hacer una bacanal del glúten ni una fiesta sopera. Bajé con el pijama bajo los jeans y mil pesetas en la cartera. No te digo más. Poemas de ultramarinos, lo describieron, como si el mundo se hubiese olvidado de la posmodernidad y nadie supiese que significado y significante pueden estar a tomar por culo el uno del otro. De ultramarinos. Con todas las letras. En un programa de la 2.
Yo creí que era moreno, y luego eccema, y luego era melanoma. Con la forma de un conejito comiéndose un armario de dos puertas de Leroy Merlin. A lo largo del muslo y con el dibujo del picaporte a la altura de la rodilla. Siete meses de radioterapia. Las palabras me llegaban con las ondas. Confinaron el libro a un premio importante. 46 % para hacienda. No te digo más. Como no respondía, empezaron a llamar al interfono. Me dieron por muerto en una revista francesa y en el Times Review apareció mi foto junto a la de Salinger. En México se hizo una antología que se llamó Cartas Muertas.
El plan de pensiones dio para una casa. Las ediciones pagaron un jardín y cuatro artículos dictados por teléfono plantaron una higuera en mitad del césped. Te digo esto a ti, porque Liliana te quiere. Escribí sobre un viaje, redacté una lista de la compra e hice un diario de mi enfermedad. ¿A ti te parece eso importante? Como me vuelvas a llamar maestro te parto la cara. Vamos adentro, que han debido de terminar la ensalada.