My candle burns at both ends
It will not last the night;
But ah, my foes, and oh, my friends -
It gives a lovely light.

(Si alguna vez me entero, de manera fortuita, por ejemplo por la última página de un diario que lea un viajero en el metro, de que te has ido y no volverás, de que en la esquina de la avenida tal con la calle cual -en ese lenguaje que se usa en los periódicos- un hombre apresurado -que resultaste ser tú- ha resultado muerto este mediodía, no lloraré en alto -no podría llorar en alto, ni retorcerme las manos, en un lugar como ese-, me limitaría a concentrarme en mirar cómo pasan las luces de las estaciones, o levantaría la cabeza para leer, con mucha concentración, dónde se pueden guardar los abrigos de visón, qué hay que hacer para cuidarse el pelo.)