lunes, 15 de octubre de 2007

Querer comprender. No te jode



A mí estas visiones de cosmogonía casera, de teleología cognitiva mientras te lavas los dientes o te fríes un huevo, me parece que tienen siempre el mismo fundamento: Es esa deriva de la imaginería social que intenta tejer relaciones entre los extremos de los segmentos. Entre el Cola Cao y los Globetrotters, entre un Opel Corsa y los hijos que tienes, entre Imagenio y tu salón de estar, entre Viceroy y lo que eres.
A mí no me importa asimilar ciertas ligazones estéticas como puede ser Paulo Coelho y el lino blanco, Luis García Montero y la pana marrón, Juan Manuel de Prada y Jabba el Hut. Pero esas cosas son mías, son las que reposan en mi mesilla de noche, junto a un Bic y un bonito cómic de Astiberri. Forman parte de mi imaginario personal. Mi abuela siempre huele a Trombocid, las cámaras de aire de los neumáticos Michelín son el olor de mi verano, el mejor beso lo di con VitalDent. Es en cierta medida lógica esta tarea asociativa, ahora que nos consume el consumo, y no hay flor sin TradeMark.
Una cosa es eso, el recuerdo de los Anagrama negros en mi mesa antes que las ediciones Planeta, o preferir el rojo al marrón si se trata de un Chupa Chups. Y otra son los órdenes divinos, las nomenclaturas vitales y las epistemologías publicitarias. A mí no me convencen los diseños dinámicos con lucecitas estroboscópicas alimentando mi epilepsia. Diciendo que mi mundo se resume en cuatro pareados. Que puedes acontecer a todo a través de una punto com. Y sí, es verdad, todo va muy deprisa, todo va que se jode. Pero yo no me paseo por las calles de Bangladesh y al rato charlo con un taxista neoyorquino, no veo amanecer desde una azotea berlinesa mientras arropo a mi novia con una americana de Adolfo Domínguez, no tengo un perro que pone perdido mi sofá nacarado ni un IPod alojado en lo más recóndito de mi colon. No tengo bajas las defensas, no me gusta conducir, mi abuelo no tiene tatuado Fuck The Rythm en un omoplato, no bailo hasta que se rompe la noche, no soy estudiante hoy para ser la promesa del mañana, NO CREO EN LO QUE ME DICEN. Y no lo hago especialmente porque no soy así, no soy lo que me venden, no estoy hecho de lo que compro.
Sólo veo miseria en la selva, no creo que los pájaros canten, sino que chillan de dolor. Dice Werner Herzog en Mi enemigo íntimo. Ése es un retrato de la condición humana. Los siete tomos de la búsqueda del tiempo perdido, el aburrimiento de los programas televisivos, la laxitud institucional, el dolor de la vergüenza, Jiménez Losantos, pisar una mierda de perro, banalidades en el hipermercado, miedo, Mercedes Milá llamando a tu puerta, la infinita Wii, los niños tocándote los cojones en el último rayo de sol del verano, publicaciones otoñales por fascículos para que la comunidad de vecinos haga su propia caldera, con la primera entrega un medidor de presión y manual de cómo calmar al viejete friolero del tercero que no sale nunca de casa.
¿A que no hay cojones de flashear a la peña con eso y vender un puto periódico al día siguiente? Citaría a Cioran, pero el libro de "Silogismos de la Amargura" lo tiene mi padre, en la guantera de su Audi.
El problema está precisamente en que no queremos comprender, y eso, estimados amigos, es lo único que vende.

3 comentarios:

Glicerino dijo...

La publicidad tipifica conductas. Impone ideas falsamente consensuadas. Crea un yo maiestático con piel democrática. Humaniza lo inhumano, deshumaniza lo humano. Y sobre todo justifica la idéa de Olgilvy: Consumes, luego existes. Nos hace creer que somos libres porque tenemos libertad de consumir. Lo que encubre la publicidad, es que lo que cada vez tenemos menos es libertad para no hacerlo. Crea espirales de silencio en torno a las conductas que no son rentabilizables por las empresas. Generemos inacción en contra de la inversión. El tiempo ya no es oro, el tiempo es dinero, vil papel. Papel con el que está impreso, por ejemplo, el país, cada día más vil. Gracias Raul por tu sebo.

Anónimo dijo...

Qué grande señor Sebo! La verdad es que el anuncio ha dado de qué hablar. Lástima no ser asquerosamente rico para contratar a un actor de estos de voz engolada y leer su post con imágenes de miss EE.UU.infantil de fondo como respuesta a Polanco (RIP: Rest In Polanco).

Myrna Minkoff dijo...

fantástico, el artículo, en una medida proporcional a la penosidad del anuncio
(pd: volveré pronto a las andadas)