viernes, 19 de octubre de 2007

El peso de los puentes

(Título vilmente robado al poeta Javier Cánaves)


Il capitano espera una noticia. Mientras tanto (Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,) los poetas avanzan con el agua hasta la cintura, cargados de explosivos. Van a volar, de una vez por todas, el condenado puente que une a los irreconciliables, a los poetas de saeta y a los poetas de bragueta y revolcón. Il capitano borracho espera una noticia, un acto poético definitivo, un acto que atente contra los intereses oficiales de las dos Españas que han de helarle el corazón. Acto que sólo podrán perpetrar unos desesperados, ajenos a toda la contienda, unos mercenarios unidos por la palabra. Por fin, los primeros rufianes que han comprendido que pueden volar un puente sólo con palabras. Y, mientras tanto, borracho, il capitano espera una noticia.
En un acto cabalístico Clint pronuncia la palabra -falsa, fingida, como todo poema- y el puente estalla. Eli Wallach apenas tiene tiempo de lanzarse sobre unos sacos con la mezcla de excitación y acojone que produce la explosión de un verso bien construido. Algo parecido debió sentir Sergio Leone cuando, tras rodar la escena que había llevado más de un mes de trabajo, se dio cuenta de que el puente había reventado sin que las cámaras tuvieran película.
Pero mientras tanto il capitano como ya hemos dicho espera la puta noticia, espera que alguien le diga ya, 'hemos hecho lo que ninguno quiso hacer, y lo hemos hecho por vuestro bien. Hemos acabado de una vez con vuestra estúpida batallita, poetas órficos, poetas lógicos, gonzalezcos y gamonedescos, si es que existís de verdad, ya podéis dejar de desperdiciar vuestros esfuerzos inútilmente o, mejor, os podéis ir a mutilar a otra parte que, para el caso, da lo mismo.' ¿Pero quién va a cargarse este puente? ¿Quién va a tener los cojones de reventar, de una vez por todas, el entramado artificial de madera muerta que creen camino? Y dejar el agua fluir y al noble capitano morir en paz.