domingo, 26 de abril de 2009

La guedeja sentimental #1

Puede una ser viajada, puede una saber moverse por los teatros vieneses, por las tabernuchas de Londres y por el Café de la Montaña con la misma soltura y atención (non dimenticare que por lo menos tan importante como la huella que uno deja es la impresión que consigo se lleva), puede una haber hecho de sí el más versátil cráneo capaz de sostener, a la vez si la circunstancia se pone exigente, todo el muestrario de pelucas de Alexandre de Paris, puede en fin ser digna de girarse si oye que dicen mujer de mundo, pero ¿podrá oír sin que se le deshagan

las trenzas de las venas

palpitantes mechones de esa otra cabeza que es el corazón

el nombre atávico de la ciudad en que vio la luz?

Quando oí el nombre de Astracán pronunciado por aquellos joviales cavalieri sólo vi sus rientes dentaduras. El decorado de espejos que multiplicaban los globos de luz y las copitas de ajenjoide chinchón cuyas gotas el sentimental borracho mira eternamente deslizarse como él mismo copa abajo después de cada trago se disolvió en su provisionalidad. Si la materia es eterna, quede como prueba en mi memoria, para futuras dudas, la persistencia de aquella potente dentadura, empeñada en superponerse a la evocadora convención del nombre del lugar donde nací. La revelación me turbó, y volví los ojos al libro. Leí otra vez

Por eso, mozuelas locas,
antes que la edad avara
el rubio cabello de oro
convierta en luciente plata,
quered cuando sois queridas,
amad cuando sois amadas;
mirad, bobas, que detrás
se pinta la ocasión calva.

¡Que se nos va la Pascua, mozas!
¡Que se nos va la Pascua!

Leí y releí con furia, no intentando comprender el arcano mensaje, sino empeñada en borrar el hilo que de brutal golpe se había establecido entre la imagen de la ibérica quijada, oh, país de cainitas, y la musical tríada de sílabas: As-tra-cán, el viaje de tres pasos que la punta de la lengua emprende en la ventanilla de la estación de tren, cuando lo que se quiere es volver a casa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

I don't creo que vocé merezca este silencio (hhhhhh) tan casposo.

I heard it through the grapevine...

Anónimo dijo...

Tampoco merezco sus amables palabras, que agradezco mucho, y sin embargo aquí están.