lunes, 23 de marzo de 2009

García, un poeta Calvo

¿Es posible la existencia de un poeta calvo? ¡¡Un poeta necesita mesarse los cabellos!! ¡¿Para qué, si no, iba a tener esta pelambrera Théophile Gautier?!



¡Téophile Gautier, al que Baudelaire, el airado chico del pelo verde, dedica Las flores del mal con estas palabras



AU POËTE IMPECCABLE
AU PARFAIT MAGICIEN ÈS LETTRES FRANÇAISES
À MON TRÈS-CHER ET TRÈS-VÉNÉRÉ
MAITRE ET AMIE
THÉOPHILE GAUTIER
AVEC LES SENTIMENTS
DE LA PLUS PROFONDE HUMILITÉ
JE DÉDIE
CES FLEURS MALADIVES
C.B.!
¡¿Estamos obsesionados con Baudelaire?! ¡¿Con quién íbamos a estarlo si no?!
Dos son los imperativos físicos del poeta clásico, ¡y cuando digo poeta clásico quiero decir clásico poeta!:
1) Una buena mata de pelos para tirarse de los pelos
2) Cinco deditos para contar sílabas
O sea, ¡que un poeta no era un armazón de huesos y pellejo, sino una estructura de pelo y dedos!
Y de dónde si no de un cráneo bien provisto
crecería la caspa de mis yambos...
***
Y sin embargo, también hay poetas que no sólo son García, sino que también son Calvo:





Libre te quiero - Amancio Prada

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