Hay que carraspear. Es necesario y, por qué no, obligatorio limpiarse la boca con jabón. Ya lo dice doña María -que es de todo menos vírgen- para empezar a hablar. Pero María -que es muy lista- añade además que puede ser síntoma de nerviosidad aunque no debe descartarse la burla. Me acuerdo siempre de unas declaraciones apostólicas del pianista Keith Jarret en una entrevista: el periodista, que pertenece a la vieja escuela renovada del morbo jimenezlosanarosaquintano, le pregunta por qué, en ocasiones, detiene sus conciertos para echarle la bronca al público. Jarret, como todo pianista, no puede menos que ser sincero; porque hay veces que ellos mismos no se dan cuenta de que no están prestando atención.
Tratar al público como si fueran diez mil cabezas de ganado trashumante es, en última instancia, un acto de perfecta coherencia. ¿Por qué carraspea el público? ¿Quién tiene que empezar a hablar? Ya lo dijo Rilke en sus cartas a un joven probeta -¿era así?- Cuando habla alguien grande y único, los pequeños deben callar.
Es por este motivo que el silencio, la ausencia de carraspeo es, en ocasiones, todo un discurso que se apoya en otro audible, visible, palpable. Bienvenido sea, entonces, el carraspeo -voluntario e involuntario- que nos lleva a aclarar las ideas para poder, de forma clara y limpia, empezar a hablar.
Tratar al público como si fueran diez mil cabezas de ganado trashumante es, en última instancia, un acto de perfecta coherencia. ¿Por qué carraspea el público? ¿Quién tiene que empezar a hablar? Ya lo dijo Rilke en sus cartas a un joven probeta -¿era así?- Cuando habla alguien grande y único, los pequeños deben callar.
Es por este motivo que el silencio, la ausencia de carraspeo es, en ocasiones, todo un discurso que se apoya en otro audible, visible, palpable. Bienvenido sea, entonces, el carraspeo -voluntario e involuntario- que nos lleva a aclarar las ideas para poder, de forma clara y limpia, empezar a hablar.
1 comentario:
Tienes una brevísima crítica en mi blog.
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