lunes, 3 de diciembre de 2007

Entrevista

Fragmento de la última entrevista que concedió Leopoldo Solaz al marido de su nieta Liliana Solaz, el 3 de marzo de 1998, cuatro años antes de su muerte.

Dejé a Juana y a su hermana. Miento, su hermana ya se había ido antes. Dejé los platos con manchas de ketchup, dejé que los libros se desparramasen, dejé que el agua corriera. Dejé lo que estaba haciendo y me hice a lo que había dejado. Y con el If de Ruyard Kipling en la guantera, dos metanfetaminas en el bolsillo de la lengua y cinco dedos en cada mano, apreté el volante como si quisiera doblarlo. Poesía de autopista lo llamaron. Salió en el Babelia, página 7.
Bajé a comprar un Sopistán y una hogaza pequeña. Pero sin querer hacer una bacanal del glúten ni una fiesta sopera. Bajé con el pijama bajo los jeans y mil pesetas en la cartera. No te digo más. Poemas de ultramarinos, lo describieron, como si el mundo se hubiese olvidado de la posmodernidad y nadie supiese que significado y significante pueden estar a tomar por culo el uno del otro. De ultramarinos. Con todas las letras. En un programa de la 2.
Yo creí que era moreno, y luego eccema, y luego era melanoma. Con la forma de un conejito comiéndose un armario de dos puertas de Leroy Merlin. A lo largo del muslo y con el dibujo del picaporte a la altura de la rodilla. Siete meses de radioterapia. Las palabras me llegaban con las ondas. Confinaron el libro a un premio importante. 46 % para hacienda. No te digo más. Como no respondía, empezaron a llamar al interfono. Me dieron por muerto en una revista francesa y en el Times Review apareció mi foto junto a la de Salinger. En México se hizo una antología que se llamó Cartas Muertas.
El plan de pensiones dio para una casa. Las ediciones pagaron un jardín y cuatro artículos dictados por teléfono plantaron una higuera en mitad del césped. Te digo esto a ti, porque Liliana te quiere. Escribí sobre un viaje, redacté una lista de la compra e hice un diario de mi enfermedad. ¿A ti te parece eso importante? Como me vuelvas a llamar maestro te parto la cara. Vamos adentro, que han debido de terminar la ensalada.

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