viernes, 22 de junio de 2007

(la) poesía y (lo) poético

Diré una cosa que se me ocurre, pequeña nimiedad, sobre la apasionante tarea de definir POESÍA.

(“La primera artificialización que perpetra el hombre en la naturaleza, es ponerle nombre a las cosas”)

He tendido siempre a negar la forma a favor del fondo, porque soy de la opinión de que una forma que adquiere trascendencia se convierte en fondo (pongamos por caso que un cuadro tuviera forma (perfil) de huevo frito, aunque contuviera pintada otra cosa; para mí esa forma, por lo raro y lo influyente en la obra en sí, pasaría a formar parte del fondo (esencia) del hipotético cuadro.)

Sin embargo, para no liar más la cosa, llamaré al ritmo, a la métrica, la “forma” de la poesía. Y daré a parte una concesión amplia a lo que podría considerarse “fondo” (pero que no tiene por qué darse, estrictamente, para que se de la poesía): lo poético, una cosa totalmente abstracta y subjetiva que definiré (más o menos) al final de todo esto.

Empecemos escrutando lo del ritmo y la métrica, esos asuntos que a veces se hacen pesados como corsés, ataduras, dictaduras, normas, pero que bien mirados son más bien como lo que le falta a un ruido para ser música, o lo que le falta al hecho de caminar para llamarse baile.

En fin.

Yo comentaba en el artículo de Filvit, “Más sonido”, y en respuesta al artículo de Pablo Jiménez, que el ritmo no depende de la disposición en columnas de los versos, y este hecho, evidente y demostrable, debería bastar para dejar claro que unas frases seguidas en un trozo de papel (entiéndase prosa, según ciertos simplistas), sí pueden constituir una poesía.

Ejemplos pedagógicos:

- A la entrada de un valle, en un desierto, do nadie atravesaba ni se vía, vi que con extrañeza un can hacía estremos de dolor con desconcierto: ahora suelta el llanto al cielo abierto, ora va rastreando por la vía; camina, vuelve, para, y todavía quedaba desmayado como muerto. Y fue que se apartó de su presencia su amo, y no le hallaba, y esto siente: mirad hasta dó llega el mal de ausencia. Movióme a compasión ver su accidente; díjele, lastimado: “Ten paciencia, que yo alcanzo razón, y estoy ausente”.

- De aquellas sé que amar es salir del agua siempre y no poder pecar porque no existe el miedo. Desobedecer a un muerto y morirse. Sobre todo eso, morirse. De pronto haber robado, eso es ahogar, en fin, como lo único. Yo no quiero, señoras, no robarme y basta.

- Negro como el fin de tus deseos que reducen poco a poco el tiempo muerto. Blanco como quedará la nada que construye tus cimientos que se doblan. Azul como el sol en tu mirada como luce la noche mas cerrada. Rojo como blanco son los besos
que me mandas desde lejos…


Se trata de un soneto de Garcilaso de la Vega, una poesía en prosa de María Salgado, y la canción "Colores", de los Piratas, respectivamente, y en los tres textos, de los cuales el primero y el tercero estaban escritos originalmente en verso-columna, y el segundo así, seguido, tal y como lo he trascrito, en los tres textos, decía, hay un ritmo intrínseco, más o menos obvio o marcado, más o menos estricto, pero lo hay.

Y ahí está la forma. Y considero que un texto que se salga de ese mínimo parámetro rítmico no es poesía,

pero:

sí, claro que sí: puede ser poético, y aquí viene la segunda parte de mi elucubración: ese dichoso adjetivo que se le puede colgar desde a un texto, hasta a un edificio, pasando por los renombrados “momentos poéticos”, “gestos poéticos”, etcétera.

Como una descripción larga y detallada de mi descripción personal del adjetivo “poético”, sería más ambigua, difusa y fútil que otra cosa, prefiero dejar caer una máxima de esas lapidarias (y fácilmente refutables, claro):

Poético, en literatura, es lo que a) no es narrativo (narrativo como concepto asociado a: suceso, descripción, enumeración), y b) se aleja de la realidad objetiva (realidad objetiva: realidad física, de las cosas que se perciben por los sentidos, con un nivel mínimo de subjetividad)

(…te das cuenta, te empapas, estás en condiciones de comprender todas las guarradas que contiene un pasado. Basta con que te contemples escrupulosamente a ti mismo y lo que has llegado a ser en punto a inmundicia. No queda misterio ni bobería, te has jalado toda la poesía por haber vivido hasta entonces.)

Con esos dos conceptos de fondo y forma, poniéndonos matemáticos, podemos formar cuatro combinaciones que a mí me resultan más esclarecedoras que la tradicional división entre “prosa y poesía”, “novela y poema”, etc.
Éstas son: la no-poesía no poética; la no-poesía poética; la poesía no poética, y la poesía poética.

Así, por ejemplo, podría catalogarse un artículo de un periódico como no-poesía no poética, una novela como “Celestino Antes Del Alba”, de Reinaldo Arenas, como no-poesía poética, un poema de Sandy García, entre tantos, como poesía no poética, y uno de Javier Egea, entre tantos otros, como poesía poética. Y me estoy refiriendo a casos concretos (más ejemplos pedagógicos):

Alrededor de 3.500 personas han participado esta tarde en el muy polémico orgullo gay que tuvo lugar en Jerusalén, al mismo tiempo que unos 1.500 judíos ultraortodoxos se manifestaban en contra el evento. La policía ha arrestado a 12 de los contrarios al orgullo cuando se enfrentaron a los participantes a la marcha
(artículo de El País, no-poesía no poética)

Me fui a bañar en el arroyo y entonces me di cuenta de que estaba soñando, y que no era un viejo. Pero al despertar, abuela me clavó un cuchillo en el cuello, y me dijo: “Muérete viejo, qué esperas”.
¡Viejo!
¡viejo!
¡viejo!
¡viejo!
¡viejo!
Viejo… Soy un viejo, qué alegría tan triste. Me dieron la noticia ayer por la noche y yo no la quise creer.

(Reinaldo Arenas, Celestino Antes Del Alba, = no-poesía poética).

Nueva York:

Es un continente
por si solo,
no confundir
con una ciudad.

Es un estado,
es un país,
una metrópoli
NO general.

Color,
forma,
lenguas,
realidad.

No sé de nadie
que no le guste
Nueva York.
Para todos
tiene cabida.

Soledad,
lucha,
cultura,
verdad.

(…)


(Sandy García, Huellas, = poesía no poética)


Viven cerca de aquí, mas están solos
y solos son de antes de tu cuerpo.
Primitivos y nuevos,
levantan el dolor como bandera
y no saben mirar.
Como tus ojos.
Pero en ellos me miro, a vosotros me entrego.
Caballos,
trenes,
barcos
que reclaman mis ojos para siempre
mientras tiendo en la noche
saltos de agua, cántaros,
abrazos,
puentes,
túneles.

(…)


(Javier Egea, Troppo Mare, = poesía poética)


Y así considero que están las cosas. Por tanto concluyo que:

- la poesía, en caso de que fuera necesaria una definición, debería definirse según su forma, y esta es el ritmo, la métrica, independiente, claro, de la manera (en columnas o seguida) en que se disponga el texto.

- Esto es así, porque definir algo según su fondo, es mucho más ambigüo y complicado, y las definiciones, por definición (valga la redundancia), deben ser "exactas y claras".

- Ese fondo ambigüo y complicado de la poesía es lo poético.

- Sin detenernos a denigrar o ensalzar géneros y maneras, es decir, objetivamente, a partir de lo anterior está claro que ni la poesía tiene que ser poética para ser poesía, ni lo poético tiene que venir en forma de poesía para ser poético, y

- que la clasificación más simple y menos dañina, si fuera necesaria clasificación de algún tipo, sería la que encasillara a los textos entorno a esos dos conceptos de "poesía” y "poético”. De lo que resultarían cuatro clases: no-poesía no poética, no-poesía poética, poesía no poética, y poesía poética.

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Y así es como se concilian los maremotos opuestos que me venían asolando de un tiempo a esta parte.

Entiéndase lo anterior como exhalación de preocupaciones para conseguir paz interior, una especie de ensayo espiritual.

Y rebátase, por supuesto, cuanto sea necesario.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenas tardes:
Myrna, acaso Ignatius se ha vuelto cuerdo y os ha asesinado a todos?

Qué pasó con el blog?

Estas últimas palabras como lágrimas en la lluvia...
hay que currar ocho horas al día.
Qué pena.
Ciao.